Sofía Loren Y El Embajador

Gilberto Bergman Padilla

El anuncio de la llegada de Sofía Loren a Buenos Aires fue la comidilla de los periódicos, la televisión y revistas de la farándula. Todo el mundo estaba pendiente de la recepción que la Embajada de Italia iba ofrecer a la beldad italiana.

El Cuerpo Diplomático en pleno fue invitado, la alta aristocracia argentina descendientes de italianos lucían sus mejores galas, pero quienes más llamaban la atención eran los actores y actrices argentinos. La residencia de la Embajada italiana es un palacio con amplios corredores y un hermoso jardín, estaba repleto.

La embajadora de Italia hacía las correspondientes presentaciones a Sofía, que lucía radiante y bella, todo el mundo se moría por estrechar su mano y otros hasta darle un beso en la mejilla.

Como era tanta la gente que quería saludarla, opté por irme al fondo del jardín con mis colegas diplomáticos a echarnos unos tragos y comentar la fiesta.

Cuando le tocó el turno a mi esposa Lucrezia, la embajadora italiana dice:

—Sofía, lei é la ambasciatrice de Nicaragua, pero é nata in Italia. (Sofía, ella es la embajadora de Nicaragua pero ha nacido en Italia).

—Ma come —dice Sofía all´ambasciatrice italiana—, allora dove sta l´ambasciatore di Nicaragua , voglio conoscerlo. (No me diga —dice Sofía a la embajadora italiana— y donde está el embajador de Nicaragua, yo lo quiero conocer).

Comentarios por todos lados, Sofía Loren quiere conocer al embajador de Nicaragua, y empieza todo el mundo a buscarme. Un mesero se me acerca y me dice embajador por favor venga conmigo, Sofía Loren quiere conocerlo.

Se pueden imaginar, todos los que me conocían estaban asombrados y se preguntaban, qué querrá Sofía Loren hablar con el Dr. Bergman.

Llego a la mesa donde Sofía está sentada, se levanta, me estrecha la mano, y me da dos besos, uno en cada mejilla, al estilo europeo, y tiernamente me pregunta:

—Ambasciatore , ¿lei conosce a Fabio Gallo? (embajador, usted conoce a Fabio Gallo?

—Claro que sí, es uno de mis mejores amigos —le digo en mi mal italiano.

—Ma ¿como sta? (Y como está?)

—Fabio, e morto (Fabio ha fallecido).

Sofía se entristece y me dice

—Que peccato, Fabio era il fidanzato di mia sorella. Una volta Carlo, mio marito, ed io, andammo a San Marcos in Nicaragua, e passammo un pomeriggio molto felice. (Que pena, Fabio era el novio de mi hermana. Una vez Carlo, mi marido y yo visitamos San Marcos en Nicaragua y pasamos una tarde muy feliz).

Chocho, qué me iba a imaginar que Carlos Ponti conociera Nicaragua, sabía de las andanzas de mi amigo Fabio en Europa, incluso que la famosa Anita Ekberg, a quien conoció cuando ella filmaba la película la Dolce Vita de Fellini, una vez lo visitó en San Marcos.

Fabio era nica nacido en San Marcos, millonario y del Jet Set europeo. Entre las muchas anécdotas de Fabio les relato la siguiente:

Fabio era un parrandero de primera. Un día me llama y me dice que me invita a una fiesta en San Marcos.

En la mitad de la fiesta, Fabio me dice: “Gilberto, te voy a enseñar algo que tengo en el segundo piso”. Subimos, abre la puerta de un cuarto y en el centro hay un enorme ataúd. Le pregunto para qué tienes un ataúd en tu casa.

—Como soy tan gordo, y en San Marcos no venden ataúdes de mi tamaño, me he mandado hacer uno especial, así que cuando “estire los caites” no habrá problema y entraré perfectamente.

Unos años después de su fallecimiento, fui a San Marcos a visitar a la viuda y le conté la historia del ataúd.

Se sonrió y me dijo,

—Fijate Gilberto que Fabio se puso mucho más gordo desde la última vez que lo viste y cuando se murió no alcanzó en el ataúd.