En 1979 Diriamba fue tomada por los sandinistas y mi hermana Nejama convenció a mi mamá para que se viniera a vivir a Managua. También le dijo que le gustaría que se quedara a vivir con ella, ya que así le podía echar un ojo a su casa, la cual siempre estaba sola, pues ella permanecía todo el día trabajando en la universidad
Mi mamá aceptó venirse a vivir con ella. Yo tenía mis dudas de que se fuera a acostumbrar a vivir con mi hermana Efectivamente, a los pocos días se vino a vivir a mi casa temporalmente. «Ajá mamá que te pasó? Pues nada, no me acostumbré». Hombre Gil, la verdad es que cómo me arrepiento de haber mal vendido mis casas, pero en fin aquí estoy. Ayúdame a sacar la visa americana para irme a los Estados Unidos.
Como esto de la visa americana es una cosa personal mi mamá fue al Consulado Americano. El Cónsul le preguntó que porqué se había quedado un año en los Estados Unidos la última vez, si nada más le habían dado visa para estar seis meses y que había estado ilegal en los Estados Unidos. Mi mama le dijo: primero que se había quedado un año porque a ella le dio la gana y segundo que a él qué le importaba». Además, de que «de esas cuestiones de migración ella no tenía ni la más remota idea, ya que suponía que su hijo Saúl, que era americano, le había arreglado las cosas». El cónsul empezó a hablar, pero ella no lo dejó, agarró su pasaporte y le dijo: «la verdad es que ni ganas tengo de ir a los Estados Unidos». Dio la vuelta y salió del Consulado. Pero a los días me dijo: «Ve Aquí tenés mi pasaporte; andá busca cómo me den la visa» Le arreglé su visa y se marchó. Desde 1979 a la fecha solo ha venido aquí a pasear y fijó su residencia definitivamente en los Estados Unidos, donde vive muy contenta y alegre con mi hermano Saúl, con quien se lleva muy bien. Ya ha cumplido 90 años, anda medio delicada de salud, pero por lo que veo le queda todavía su tiempito
Hace unos días la llamé y le pregunté cómo estaba. Me dijo que estaba muy tranquila y solamente «buscando el hoyo». Agregó que le gustaría que llegara a los Estados Unidos, porque quería hablar conmigo. «Quiero que vengás lo más pronto posible, ya que muerta, nada venís a hacer aqui». Le dije que no se preocupara, que llegaría el fin de semana Me contestó, que no era para tanto, «pues no se estaba muriendo todavía». Y colgó.
Le dije a mi hermana Nejama que me acompañara Llegamos a California el día sábado. La encontramos alegre. El domingo, fuimos a comer al desierto californiano, a un lugar muy lindo llamado Palm Springs y a visitar a mi hermana Sonia.
Ella estaba muy contenta, ya que tenía reunidos ese domingo a sus cuatro hijos. El lunes por la mañana, en el desayuno y antes de que yo comenzara a hablar, me dijo: la razón por la cual te pedí que vinieras, es porque quiero arreglar el asunto de mi entierro. Quiero saber dónde me van a enterrar, porque de lo contrario y conociéndote a vos, vas a decirle a tu hermano Saúl que me incineren, pues en eso sos experto, ya que cuando fuiste Embajador, se murieron unos nicas en Argentina y los mandastes a Nicaragua en una caja de fósforos. Yami eso no me gusta. Yo quiero que me entierren en la tierra, como dice mi señor «Polvo eres y en polvo te convertirás»
Nos fuimos a buscar el terreno en los lugares llamados «Jardines de Paz». Llegamos a uno de ellos, escogió el que estaba cerca de la entrada y riéndose me dijo: «este está más cerca de la entrada, ya que si escojo el de la loma, con lo gordo que estás no vas a poder subir, así que me quedo aquí en la orillita. Reservamos el lote y nos marchamos a la funeraria a encargar el ataúd
En la funeraria habían maravillas de ataúdes, verdaderas joyas de diseño. Nejama le dijo: «mama, este está bonito» Era un hermoso ataúd, color caoba con agarraderas doradas, un verdadero espectáculo de ataúd. Lo quisimos comprar, pero ella se negó rotundamente diciendo: «no me quiero ir en pullman»
La mirarnos sorprendidos y le preguntamos de qué estaba hablando y que cosa era eso de «Pullman». Ella nos dijo: cuando se murió en Diriamba, doña Teodolinda Gutiérrez, sus hijos le llevaron un ataúd de los Estados Unidos similar al que le queríamos comprar y en el pueblo, se comenzó a murmurar que «dona Teodolinda la iban a enterrar en pullman», refiriéndose al tren que hacía la ruta Managua Diriamba, el cual se componía de tres clases: pullman, segunda clase y la góndola que era donde iban todas las mercaderas con tos canastos En otras palabras, doña Teodolinda iba hacer su último viaje en pullman; lo que en Diriamba se convirtió en la comidilla del pueblo.
De pronto mi mamá exclamó: ¡jVe ese es el que me gusta! Era uno sencillo parecido a los que de taladate que hacía el maitro Chema Nana en el pueblo, pero de madera comprimida, bastante bonito. Se le compró y nos fuimos para la casa. En el camino mi mamá me dijo: «Bueno, ya mi Señor me puede llamar, pues no le dejo problemas a nadie»