No Llegaste Muy Lejos

Gilberto Bergman Padilla

Cuando estudiaba mi postgrado en Inglaterra recibí una carta de mi mamá que decía: “Querido Gil, qué te parece que tu hermano Saúl se bachillera este año, aquí en Diriamba he estado platicando con varios dueños de farmacias y me han dicho que lo mejor que puede estudiar tu hermano es Farmacia y Bioquímica, así él podrá tener su propia farmacia y además hacer y vender sus propios ‘remedios’. He notado que las farmacias del pueblo siempre están llenas, así que veo bien que estudie esa carrera. Según los farmacéuticos, el mejor lugar para estudiar Farmacia y Bioquímica es en Alemania, por lo que te pido que me averigüés a qué universidad lo puedo mandar”.

En Londres fuí a la Embajada de Alemania y me dieron toda la información necesaria. Le mandé a decir a mi mamá que ya había averiguado que en Alemania habían dos buenas universidades; una de ellas era la Internacional de Berlín, donde todos los estudios eran en inglés y la de Hamburgo, en idioma alemán.

Le dije a mi mamá que lo mejor que podía hacer era mandar a Saúl, primero a los Estados Unidos a aprender inglés por unos 6 meses, y de ahí que se fuera directo para Alemania.

Mi mamá convenció a mi hermano que debía de estudiar Farmacia y Bioquímica, a lo cual él aceptó, le dijo que primero iba a ir a los Estados Unidos y después se iba directo a Berlín. Le pidió que antes de venir a Nicaragua se casara con una alemana que fuera chela, una mujer hermosota pero sobre todo de pelo colorado, para lucirla por el pueblo.

Tal a como se planeó, Saúl se fue a los Estados Unidos, a los seis meses le escribió una carta a mi mamá, donde le decía que se había enamorado, que pensaba casarse, pero sin olvidar los estudios, que se iba a quedar un tiempo en los Estados Unidos. Esto a mi mamá no le causó ninguna gracia. Ni siquiera le contestó la carta.

Como mi hermano quería estudiar, necesitaba que mi mamá le mandara una pensión. Vino a Nicaragua, del aeropuerto se fue directo para Diriamba, entró a la casa con su mujer, mi mamá estaba sentada en la mecedora leyendo la Biblia, mi hermano le dijo:

“¡Mamá te presento a Luisa Amanda, ella es mi esposa”. Mi mamá quedó viendo a Luisa Amanda, que le dijo “mucho gusto doña Zobeyda, soy de Honduras y nací en San Marcos de Colón, en la frontera con Nicaragua”. Mi mamá se quedó viendo a la esposa de mi hermano, era una muchacha bonita, pero morenita, nada que ver con la alemana pelo colorado que ella quería.

Levantó la cabeza, miró directamente a los ojos a mi hermano. Lo fulminó con una mirada y le dijo, “por lo que veo, no llegaste muy lejos” y siguió leyendo la Biblia.