“Marcha triunfal”

“Marcha triunfal”

EI domingo 13 de Agosto de 1893, Rubén Darío, Cónsul General de Colombia, descendía del vapor francés Diolibah en el puerto de Buenos Aires. EI vate recuerda en sus reminiscentes “Versos de Año Nuevo”, escritos a la distancia y en el tiempo:

Me pongo a pensar. ¡Era ayer!

Atravesaba el océano,

Cónsul general colombiano:

¡con un soñar… ¡y un suponer!

Pero a poco, después de la muerte de su amigo presidente perdería el cargo, por uno de esos acostumbrados ajustes financieros de los gobiernos, que se pagan en el campo de lo diplomático. Entonces, burlonamente, comentó en otros versos:

Luego, de un cambio. Duro entrecejo

La suerte me empieza a mostrar.

Y perdí el cargo consular

Como cualquier romano viejo.

Y en su autobiografía nos dice “y heme aquí, por fin, en la ansiada ciudad de Buenos Aires, adonde tanto había soñado llegar desde mi permanencia en Valparaíso”.

EI jueves 8 de diciembre de 1898, a bordo del “Vittoria” saldrá Rubén del puerto de La Plata hacia España y Francia como corresponsal de La Nación.

Fueron cinco años fructíferos para el poeta nicaragüense Vivió sus años porteños con la intensidad que lo caracterizó entre amigos, amadas, bohemias y peñas. En Argentina

 se publicaron dos libros capitales: “Los Raros “y “Prosas Profanas”.

A este noble país le dedica su “Canto a la Argentina” (1910). “La Vida de Rubén Darío escrita por el mismo” se publicaron en varias entregas en la revista Caras y Caretas.

Su poemario “Cantos de Vida y Esperanza” lo dedica: “A Nicaragua, a la república Argentina hermanándolas.

Ricardo Jaime Freyre, el poeta modernista boliviano, encargada Darío una poesía para ser leída en el Ateneo de

Buenos Aires, como un Homenaje a un Aniversario más del 5 de Mayo de 1810.

Rubén Darío escribe “Marcha Triunfal” entre la noche del 23 y la madrugada del 24 de Mayo de 1885, mientras se encontraba pasando una temporada de descanso en la IsIa Martín García. Pocas veces se ha cumplido un poema por encargo en plazo tan perentorio e irreversiblemente puntual.

La isIa debe su nombre a Martín García, este era el encargado de la bodega de alimentos de los barcos de la expedición de Juan Díaz de Solís, el descubridor del Río de la Plata. Cuando Martín García muere, Solís decide enterrarlo en la isIa recién descubierta. La tumba de Martín García se constituye en la primera de un español en tierras argentinas. ¿Pero cómo se da el viaje de Rubén Daño a la isIa de Martín García?

Una noche de fines de abril de 1895, hacia la madrugada, el doctor Plaza, contertulio del Ateneo y amigo personal del nicaragüense, halla a este, solo, sentado en un banco de la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada. Posiblemente el artista regresaba de una noche de vino y rosas. Plaza lo

nota desaliñado y desmejorado. Le comenta que iba a tomar el vapor que lo llevaría a la isla, de la que era médico y director interino, e invita a Darío a ir con él.

Darío accede, justo en el instante en que se les une Jaime Freyre, el modernista boliviano, codirector con Rubén de la Revista de América y quien le presta su, sobre todo, pues Darío estaba desprovisto de todo abrigo en la fría madrugada.

Plaza y Darío parten en el vaporcito “Jenner” de Departamento Nacional de Higiene, desde La Boca, a las ocho de la mañana. Dejan la mancha verde de la costa de Quilmes, a la izquierda y, a la derecha, la pampa acuática de la Plata.

El capitán Sánchez navega por el canal sur durante una hora y media; abordan el Hospital Flotante “Rodolfo de Viso”, en la rada exterior del puerto de Buenos Aires Cargan a bordo cuatro o cinco convalecientes de fiebre amarilla y retoman el rumbo a Martin García. El vaporcito avista la costa uruguaya, los cerritos de San Juan y avanzan por “el río como un plato de aceite”. Están ya cerca: “La isla se ve como un enorme pez espada “escribe Darío: «la extremidad aguda es el muelle”. Darío, en su crónica describe panorámicamente la isla: “La playa llena de guijarros; un repliegue del terreno, después que rodea toda la isla: la batería del Sur.

La tierra forma una comba, al pie están los hornos de cremación, sobre los cuales se alza una enorme chimenea roja. Abajo, no lejos, unas casillas de madera, donde está el motor que hace llegar el agua a un gran depósito para en servicio del lazareto.

Grandes galpones con grandes números. El hospital de enfermedades comunes, pintado de blanco (…) dirijo la vista anterior de la isla y veo, al terminar el muelle, una gran puerta; luego, una calle, macadán y arena. Ala derecha, grandes hoyos: son canteras abandonadas.

Mas allá, una casa rodeada de una verja: es la casa particular del gobernador militar de la isla. Ala izquierda, cañones amontonados, antiguos, de hierro, de bronce (…) Alla arriba, casitas blancas, de piedra, con techos de zinc. Llegamos a las puertas del Lazareto.

Darío escribió poco en la isla. El inventario es breve. Primero, las tres “Cartas del Lazareto noticiosas, labor de periodista. Quedo una cuarta sin publicarse, en la cual deja filtrar mayor lirismo. La titula “Viaje alrededor de la isla”. En ella se asoma, en el marco disimulado de un paréntesis, a muchacha Betina: “Al paso puede notarse cómo, en esta población tan pequeña, hay tantas frescas caras lindas “( Oh Betina!)”.

Volverá en otro sitio a evocar los felices días insulares, será en su inacabada Vida, difundida en las populares páginas de Caras y Caretas. Habla allí de tres médicos argentinos amigos suyos: Francisco Sicardi, Martin Reibel y… “el otro era Prudencio Plaza, con quien fui a pasar una temporada en la isla Martin García, cuando él era médico de aquel Lazareto.

Pasamos allí horas placidas; nos perfeccionamos en el tiro al Mauser, leíamos el Quijote, nos confiábamos las ilusiones de nuestros mutuos porvenires. Pero no olvidaré jamás la legada de cadáveres y enfermos sospechosos de alguna contagiosa enfermedad; ni la autopsia que vi hacer, desde lejos, del cuerpo largo y bronceado de un hindú, pues era primera vez, la primera y la única, que he visto realizar el horrible y sabio descuartizamiento”.

Como periodista, Darío aprovecho la visita de los lectores de La Nación para informar sobre una realidad cas desconocida de la vida cotidiana y el funcionamiento institucional de Martin García.

Asiste a una cuarentena obligada para un grupo de viajeros ingleses, quienes histéricamente |a soportan con su scotch sus canciones.

Asiste a la autopsia de un hindú, que luego es cremado luego juntan sus cenizas y se recogen en una pequeña caja de zinc que se depositaran en una estantería, Darío llama “un cementerio en un armario”. En una interesante carta, e| doctor Prudencio Plaza relata las circunstancias en que fue escrita “Marcha Triunfal”:

Ala puesta de sol del 23 de Mayo, volvíamos a casa de uno de nuestros paseos habituales, cuando nos encontró un mensajero del correo que traía un telegrama para Rubén que decía “envié el nombre de un trabajo para el programa de la fiesta de el ateneo”.

Ante |a sorpresa manifiesta que |e causara e| despacho, |e pregunté, que fiesta era esa que no le había oído menta hasta entonces, a lo cual contesto que se trataba de una velada literaria en conmemoración de nuestra fiesta patria

Le hice notar que era necesario escribiera esa noche y enviara su trabajo antes del amanecer a| correo, pues si se perdía el vapor que venía de Concordia para Buenos Aires y pasaba por la isla a la madrugada no hablá medios de comunicarse hasta después del 25.

Vamos a| telégrafo y en el camino recuerdo perfectamente que decía “la revolución de Mayo”, |a epopeya redentora, todos los héroes de América que vuelven a ver su obra, |a recorren en una Marcha Triunfal y repitió Marcha Triunfal. “Así se llamará mi composición”. E hizo el telegrama anunciando el nombre de su trabajo.

Después de una comida frugal, un plato de arroz blanco que a| estar a punto Rubén se complacía en perfumar deshojando pétalos de rosas, tomo el papel y escribió su poesía “Marcha Triunfal”.

La “Marcha Triunfal” es uno de los poemas más famosos y popularizados del autor. En él, siente el poeta el momento de agitación patriótica de la tierra argentina.

De la vasta obra poética de Rubén, destacan media docena de textos que han alcanzado una permanencia firme en la memoria y el conocimiento de todos los hispanoamericanos.

Estoy aludiendo, por cierto, a “Sonatina (¿“La princesa esta triste, ¿que tendrá la princesa?”). “Era un aire suave, Los motivos del Lobo”,” Lo fatal”, |a autobiografías poética profunda que comienza: “Yo soy aquél que ayer nomas decían, el verso azul y la canción profana “Pero es la Marcha triunfal por sobre todos los demás poemas, la que se ha difundido con más firmeza. E||o se ha debido a dos razones.

La primera: su andadura rítmica tan firme y acompasada que, una vez oída, jamás se olvida. Su despliegue musical y pictórico parecen impresionar con fuerza el ánimo de lector. El propio Darío nos dice que la “Marcha Triunfal” es un “triunfo de decoración y música”. Alguien la ha calificado como “un triunfo en la acepción pictórica del Renacimiento” Sugiere bajorrelieves de evocación romana que magnifican la vuelta de los vencedores, el simulacro triunfal de épocas pretéritas y renovadas, la apoteosis.

La segunda razón: que este Célebre texto se constituyó en una presencia infaltable en el repertorio de las recitadoras de todas las naciones hermanas de América. Aún en los colegios, y en las escuelas, se recita por nuestros muchachos en el cierre de actos y desfiles escolares.

Pero hay un recuerdo personal que quiero evocar aquí. Una de las más notables recitadoras que ha tenido América me refiero a la argentina Berta Singerman, había hecho pieza Clave de su repertorio el poema de Darío.

Como si fuera hoy, veo y oigo ese magnifico espectáculo audiovisual que aquella artista de garra generaba con su aparición imponente en el escenario. Vestida con túnica blanca, despojada de todo adorno distractor, llevando a hombro, medio envolviéndola, una bandera argentina con los mismos colores que nuestra bandera nicaragüense avanzaba lenta hacia el proscenio y, en un momento de su marcha, erguida y solemne, se alzaba aquella voz inadjetivable rompiendo el silencio:

“¡Ya viene el cortejo!

“¡Ya viene el cortejo!”.

Ya se oyen los claros clarines.

[La espada se anuncia con vivo reflejo:

ya viene am y hierro, e/ cortejo de los paladines!

Y por el mágico poder de aquella voz, llena de matices, de tonalidades, como si fuera ella un órgano coral, parecía llenarse el escenario todo con el desfile que iba anunciando. La voz nos arrebataba y llevaba en pos de sí, y todos los espectadores acompañábamos el invisible desfile marcial como si fuera una realidad vivida en escena. Esa maravillosa voz llevó por todos los ámbitos teatrales de Hispanoamérica aquel poema que nuestro vate nacional escribiera una noche en la isla del Río de la Plata. De Martín García a Hispanoamérica: este fue el derrotero del poema dariano en la voz memorable de la relevante es artista argentina que es Berta Singerman.

Pedro Luis Barcia, nos dice la “Marcha Triunfal” es un poema de inicial motivación maya, con el que ofrecerá Darío un primer homenaje a su segunda patria espiritual, la Argentina, de la tres que supo tener. Nicaragua y España. El motivo del poema es el regreso triunfante del héroe a su patria. En un solo desfile simboliza la historia de los momentos victoriosos de una patria, de todas las patrias.

El poema arranca, se mueve o motiva a partir de una realidad histórica precisa: la evocación del Día de la Patria Argentina. Por ser evocación, el poema arranca del hoy, consecuencia del ayer victorioso. La entrada de los hoy vencedores, actualiza el recuerdo de los guerreros del ayer histórico:

Las nobles espadas de tiempos gloriosos, desde sus panoplias

saludan las nuevas coronas y lauros…

las viejas espadas de los granaderos más fuerte que osos,

hermanos de aquellos lanceros que fueron centauros….

Hay un detalle interesante que revela la voluntad de Darío de anclar su celebración en lo americano, y aún en lo sanmartiniano: …

Tendiendo las alas enormes al viento las águilas llegan

llegó la Victoria…

y en el mismo manuscrito corrige:

los cóndores llegan:

llegó la Victoria.

Es un detalle revelador: Darío americanizó’) su texto, con la presencia del ave andina, de nombre quechua: El Cóndor

Esas aves cordilleranas son, a la vez anuncio y presencia de lo triunfal, pues su llegada es la Victoria:

Las trompas guerreras resuenan;

De voces los aires se llenan…

Las nieves y vientos del gélido invierno,

La noche, la escarcha

Y el odio y la muerte, por ser por la patria

inmortal,

¡saludan con sones de bronce las trompas de

guerra que tocan

La Marcha Triunfal.