La verdad sobre la Tercera Vía
Se usa el Término “Tercera Vía” para señalar que la primera es el PLC, la segunda el FSLN y la tercera cualquier otro partido. Los nicaragüenses, en general, no tienen idea de qué es la “Tercera Vía”.
Se escucha decir: No al frentismo, no al somocismo, se necesita una Tercera Vía. Se usa esa expresión sin darse cuenta de que la Tercera Vía es una realidad política que conlleva altos pensamientos filosóficos, económicos y sociales.
Anthony Giddens, Rector de la London School of Economics, socioeconomista de La Tercera Vía, la define como: “Programa Cabal de Modernización de la Economía, del Sistema Político, y del Estado del Bienestar”. La Tercera Vía busca una renovación activa de las instituciones públicas, insiste en el papel de lo público y se redescubre en la sociedad civil.
En su último libro, “La Tercera Vía: La renovación de la social democracia”, Giddens intenta redefinir lo que deben ser la relaciones humanas en la era de las nuevas tecnologías y realidades. Giddens es un intelectual que no se limita a analizar su entorno, sino, en la mejor tradición, a querer influir para cambiarlo.
La Tercera Vía es la izquierda del centro pero además nos dice Giddens que “la Globalización conlleva la necesidad de más gobierno y no de menos aunque ya no pueda ser sólo nacional”. Anthony Blair, actual Primer Ministro Británico, nos dice que: “La Tercera Vía, es un camino de renovación y éxito para la moderna democracia social. No se trata únicamente de un compromiso entre la izquierda y la derecha. Persigue adoptar los valores esenciales del centro y de la centro-izquierda y aplicarlos a un mundo de cambios económicos y sociales, libre del peso de una ideología obsoleta”.
La Tercera Vía nace de la izquierda; sus proponentes desean construir una sociedad caracterizada por la solidaridad, equidad, igualdad, justicia y un mínimo de bienestar para todos. Esto debe ocurrir en un mundo en que ya no existen experimentos socialistas exitosos y en que se percibe el fracaso de las ideologías tradicionales de la izquierda, de modo que es electoralmente arriesgado recurrir al discurso y proyectos de antaño.
Es, simultáneamente, un momento en que los gobiernos europeos, actualmente socialdemócratas en su mayoría, enfrentan desafíos formidables: “la globalidad de los mercados, la persistencia de la pobreza y de la marginación social, una delincuencia en aumento, el desmoronamiento de la familia. El papel cambiante de la mujer, la revolución tecnológica y del mundo de trabajo, la hostilidad de la sociedad hacia la política y las demandas de una reforma democrática más profunda y un amplio abanico de asuntos medioambientales y de seguridad que reclama una acción internacional”.
La Tercera Vía propone la solución pragmática de los problemas: “La Tercera Vía es todo lo que de resultados” (Blair). Pero dicho pragmatismo se orienta según los valores tradicionales de la izquierda: la igualdad, la equidad, la participación. Giddens asevera que La Tercera Vía debe preservar su preocupación central por la justicia social, a la vez que reconoce la relevancia de una gama de problemática que escapan de la dicotomía izquierda-derecha. Así, las medidas igualitarias que pueden incrementar la libertad de los individuos, implican que dicha mayor autonomía demanda, a su vez, mayor participación en la comunidad.
Esta corriente política cuyos expositores han sido Cardozo en Brasil, Prodi en Italia, Schroeder en Alemania, donde es conocido como “nuevo medio” tiene sus detractores. Para Carlos Menen la única vía es el capitalismo.
Francis Fukuyama, no cree que la Tercera Vía sea una opción diferente, “es más bien un reempaque atractivamente presentado de algunas ideas conservadores por un grupo de políticos de centro izquierda. Dahrendorf y otros critican que la Tercera Vía destila un cierto autoritarismo. Que piensa en la igualdad y la fraternidad, pero olvida la libertad. Milton Friedman, también la critica porque no se pueden llevar algunas políticas a medias: Privatizaciones, liberalizaciones… etc.
Vaclav Klaus afirma que la Tercera Vía es la mejor manera de arruinar a los países prósperos, y como dice Carlos Ball, para el Tercer Mundo esa “Tercera Vía” de los poderosos representa una amenaza potencial aún más grave que la de las guerrillas marxistas de años atrás. Al menos entonces podíamos pedirle ayuda a Washington para combatir a un enemigo común.
El autor es rector de la Universidad de Ciencias Comerciales (UCC).