La Muela

Gilberto Bergman Padilla

El 28 de diciembre fue mi cumpleaños, mi hijo Gilberto había venido a Nicaragua de vacaciones y aprovechó para visitar a su dentista.

Mientras nos encontrábamos en la clínica me dijo, papa que querés que te regale para tu cumple. Le dije que era suficiente que hubiera venido con su esposa y mis tres nietos a visitarme desde USA.

Como insistía en regalarme algo, le dije que entonces me regalara una muela, ya que me hacía falta y nuestro dentista el Dr. Roger Padilla Padilla, le dijo que no había problema que me podía hacer un implante.

Este regalo de cumpleaños, la muela, me recordó un caso que dio mucho que hablar cuando era Embajador de Nicaragua en Argentina.

Un día se apareció por la Embajada un señor nicaragüense de apellido Pataki en compañía de un argentino, Me comentó que querían comprarme el Mercedes Benz propiedad de la Embajada.

Eso no es posible le expliqué, el vehículo no estaba en venta.

El Señor Pataki me dijo que como en las embajadas cambian los vehículos cada cuatro años y este tenía como diez pensó que ya estaba a la venta.

Como ya era hora de almuerzo el Sr. Pataki me dijo que me invitaba a comer. Yo conocía perfectamente a la familia del Señor Pataki en Nicaragua.

El Restaurante era de lujo, el argentino ordenó un bife de chorizo con papas fritas, Pataki un plato doble de Ensaladilla Rusa (una mezcla de papas cocidas zanahorias y termina como masa de nacatamal) yo calamares a la parrilla.

Mientras nos tomábamos una copa de vino, noté que en el plato de Pataki había una especie de bola, algo como una albóndiga.  Pataki comenzó a limpiarla con el tenedor y apareció una cosa brillante, era una…muela.

El Señor Pataki inmediatamente se introdujo su dedo en su boca, se estuvo tocando sus dientes y gritó, esta muela no es mía.

Llegó el mesero y al ver semejante muela casi le da un infarto, llaman al Chef este dice que lleva 40 años trabajando en la cocina de ese restaurante y que jamás había visto una cosa tan repulsiva.

Llaman al propietario, quien no da crédito al ver la brillante muela en el plato de Pataki, este señor mide cerca de dos metros y es super gordo. Ya pueden imaginarse el tamaño de la muela.

Disculpas y mas disculpas, no era para menos, se encontraba en el restaurante el Embajador de Nicaragua. Nos ofrecieron champagne importado y desde luego no nos cobraron la cuenta. Que íbamos hacer, nos despedimos.

A la mañana siguiente, Pataki me llama a la Embajada y me dice.

Señor Embajador, que pena lo que me da, fíjese que esta mañana estuve en el Restaurante preguntando por la muela y me dijeron que ya la habían tirado a la basura.

¿Y para que querías la muela?

Bueno es que era mi muela. Cuando yo me metí la mano a la boca creí que tenía mi muela, lo que pasa es que el hoyo estaba tapado con ensaladilla rusa.

Cuando el dueño se da cuenta que Pataki anda en busca de su muela, montó en furia le dijo hasta de lo que iba a morir y lo corrió del Restaurante. Pero peor era que tendría que ir a la casa del cocinero y pedirle perdón.