La Hija Del Contador

Por Gilberto Bergman Padilla

DOM: Estas tres palabras significan en el idioma inglés “viejo sucio”, son palabras ofensivas referidas aquellos hombre mayores de sesenta años que salen con chavalas de entre 15 y 19 años. En Nicaragua, cuando un viejo anda con una chavala se les conoce como “viejo chancho” “viejo cochino” “roba cuna”. Antes del terremoto eran famosos los viejos que estacionaban sus carros frente a los bancos, esperando ver salir, con sus bonitos uniformes a las jovencitas secretarias.

Uno de los casos más bonitos es el relato en mi cuento Demetrio, el Pigmalión de Masachapa, historia de un hombre que a la edad de 65 años empezó a salir con una chavala vende collares de la playa de Pochomil, de apenas 14 años, cuento con un desenlace bastante triste.

El cuento que les voy a relatar tuvo un comienzo maravilloso, días de ensueños en hoteles de cinco estrellas, de León, Granada y Managua, y paseos románticos en Corn Island y Ometepe.

Horacio, fuerte empresario nicaragüense, me visitó en la universidad para decirme que venía a matricular a la hija del Contador de su empresa. Que el Contador era un hombre de confianza, que tenía más de 20 años de trabajar para ellos y que en premio, la empresa le iba a pagar la universidad a su hija.

Me preguntó por el valor de la matrícula, colegiatura, libros etc. Llamé al Vicerrector quien se encargó de hacerle toda la investigación y cuánto costaba todo. Me dijo, “mira Gilberto, aquí te dejo un cheque por todo el año”, lo firmó y se fue.

Lo despedí en la puerta de la Rectoría y se le unió la hija del Contador. Cuando regresé a mi escritorio encontré que Horacio había dejado olvidada su pluma Mont Blank, de esas de 400 dólares, tomé la pluma y se la llevé al parqueo, pero no se la pude entregar: estaba dentro de su camionetona en una sola romanceadera con la “hija del Contador”

Mientras compraba aceite de oliva y veía otras cosas en el PriceSmart, se me acercó una chica, bastante bonita con un pantalón de licra rojo y un top con la barriga pelada, y me dice:

“Hola Rector, ¿como le va?” Muy bien —le contesté— y quien es usted y cómo se llama —le pregunté.

“Me llamo Yahaira y estudio Comunicación empresarial, tengo un amigo que habla muy bien de usted, se llama Horacio y es granadino”.

Claro que sí, soy muy amigo de Horacio. Así que usted es la hija del Contador de su empresa. “Solo chochadas es Horacio, nada de eso, soy su novia y me dijo que nos íbamos a casar cuando termine la carrera, que ahorita está casado, pero detesta a su mujer que le hace la vida imposible, y si no se ha divorciado antes es por los hijos”.

La Yahaira andaba con otra amiga, con vestimenta similar, pero la amiga era parlanchina, y me dice: “Yo no sé para qué la Yahaira anda con esas locuras de casarse si Horacio acaba de cumplir 71 años y ella anda en 19”.

Bueno —le dije— en el amor no hay edad. La amiga se tiró la carcajada y me dice lo que pasa que la Yahaira es feliz con Horacio porque lo mantiene bajo “tratamiento”, y ¿que clase de tratamiento tiene la Yahaira con Horacio?, bueno Rector “él trata y ella miente”, y se fueron en grandes risas.

Habían transcurrido unos 6 meses desde la visita de Horacio a mi oficina, cuando sin avisarme, me dice la secretaria, lo busca su amigo don Horacio, decile que pase.

—Aja Horacio y qué andas haciendo por aquí.

—Hay hermano, me he metido en un clavo de película y solo a vos te lo puedo contar. Te acordás que vine a matricular a la hija del Contador.

Sí hombre cómo no me voy a acordar, si precisamente me la encontré en PriceSmart y me dijo que me habías mandado saludos.

—Qué tipa más mentirosa, si yo nunca le he hablado de vos. Bueno te cuento que no es tal hija del Contador, me la presentaron y la invité a pasar un fin de semana a la finca, luego me dijo que vivía con una tía en Managua, que era universitaria y estudiaba Comunicación Empresarial pues quería ser periodista.

Te podés imaginar, un bomboncito, alta, delgada, cariñosa, y yo un viejo panzón de 71 años, cada vez que salía con ella, pasaba tardes de ensueño, comiendo “pollito con papas”, además súper prudente, no le gustaban que la vieran en restaurantes pues decía que no quería comprometerme. Íbamos a la fija, solo al hotel, ahí me echaba mis traguitos y pasaba la tarde feliz, hablando de todos mis clavos.

Un día me dice, fijate Horacio, que es un problema el celular que ando, a cada rato se me acaban los minutos, pues cuando hablamos ni vos ni yo paramos, así que fijate que me dijo una amiga que hay unos teléfonos marca Blackberry, que tienen un opción que se llama “Messenger” y podemos chatear todo el día y es gratis, además cuando me vaya para mi pueblo te puedo estar mandando fotos cuando me baño a la orilla del río.

La verdad que me estaba enamorando de la chavala. Sobre todo lo cariñosa que era conmigo, vieras que cuando estábamos en el motel, me mordía con cariño la oreja, me rascaba la espalda, hasta me cortaba las uñas de los pies. Era un sueño. Así que decidí comprarle su Blackberry.

Todo marchaba de películas. Chateamos todo el tiempo y para serte franco me servía de desestresante, pues cuando estaba con ella me sentía feliz. Cuando inventaba que iba a ir a la finca y me quedaba a dormir con ella en un hotel, dormía en mis brazos, y en la mañana ella me decía, mi amor veo que me amas mucho, pues anoche me cobijaste como tres veces, pues soy un desastre para dormir, todo me descobijo, pero ahí estaba mi Horacito para cobijarme.

Un día me llama toda nerviosa y me dice que quiere que nos veamos. Si mi amor le digo, nos vemos en la tarde. Me cuenta que ayer que iba en el bus, un hombre se sacó su cosa y enfrente de ella comenzó a masturbarse, y yo Horacio no hallaba donde meterme, corriendo me fui a sentar a la orilla del chofer pues era la única pasajera. Qué horrible. Claro como vos andás con chofer, no podés ni imaginarte como son las rutas, los hombres son un atajo de chanchos, te aprietan, te ponen su cosa en las nalgas, te escapan de comer viva, y uno hasta tiene miedo que a la salida la vayan a violar.

Fijate amorcito, que hace unos días pase por el autolote El Chele y vi un carrito bonito. Ni tan caro era. Con eso solucionamos todos los problemas, no tenés por qué vos andar exhibiéndote conmigo en las carreteras. Ni estar llegando a la salida de clases para que todo el mundo te vea.

Me comprás el carro, me llamás por el Blackberry y llego al hotel, me estaciono en el sótano, y subo directamente a tu habitación, te das cuenta qué maravilloso que será. Como vos sabés que yo soy toda tuya, a la hora que quieras estar conmigo, solo me ponés un mensaje y yo volada salgo al hotel y tranquilo. Qué tal, verdad Horacito lindo que me vas a comprar el carrito.

Hombre Gilberto, estaba pasando unos días bárbaros, así que le compré el carro, y para serte franco fue una idea genial, fijate que salía de un almuerzo-desayuno de la Cámara, le podía un mensaje y le decía te espero en tal hotel, ahí me quedaba, pedía el almuerzo y después me iba a trabajar a la oficina. Estaba a todo dar.

Un día estaba con mi esposa en un almuerzo en el Hotel Seminole, y por esas cosas de la vida tenían un seminario los estudiantes. De seguro ella me vio con mi esposa, y cuando terminamos de comer, la muy desgraciada se sale al parqueo, ve que mi esposa se monta en el Mercedes, la sigue y cuando da la vuelta por la estatua de Alexis la choca y le destruye todo el stop trasero y le hunde la valijera.

La gran artista se sale de su carro y en grandes llantos le dice a mi esposa que la perdona, porque el carro viejo que anda tenía los frenos malos. Mi mujer se apiada, le dice que no se preocupe, llama a la compañía de seguros e inmediatamente me llama y me dice que esta chocada frente al monumento de Alexis.

Salgo volado y que me encuentro, mi esposa consolando a la chavala. Yo no hallaba dónde meterme, pero lo peor es que se me acerca el hombre de la compañía de seguro y me dice:

Don Horacio, aquí tenemos un problema: Las dos tarjetas de circulación están a nombre de usted. Creo que se me subió la presión, le digo, mire señor, hágame un favor, váyase de aquí, dígale a mi esposa que ya todo está arreglado y que puede irse, lo mismo que la chavala y después yo lo llamo y arreglamos este asunto. Si hay que pagar todo el choque yo lo pago pero favor sacame de este problema.

El de la Compañía de Seguro le dice a mi señora que todo está arreglado, después vamos a reconstruir el choque así que pueden irse. Mi mujer arrancó su carro y se fue a la casa y la chavala me mira y me dice, perdoname Horacio, no sabía que era tu esposa. Además la culpa es de este carro viejo que anda malo los breques.

Esa misma tarde le mandé a quitar el Blackberry y el carro, y aquí estoy en tu oficina para decirte que no voy a seguir pagando la colegiatura de esta muchacha y si hay algún pago que hacer decime cuánto es, pues no quiero volver a verla en la vida.

Bueno Horacio, no te preocupés, no debés nada, pero al fin y al cabo pasaste, a tu edad, seis meses comiendo “pollito con papa” fue divertido. Además has demostrado que sos un Viejo Joven, todo lo que me contaste, todas tus aventuras, tus viajes por todos lados, me hace pensar que es lo mismo mi hijo Freddy surfeando en Montelimar que Verdi a los 81 componiendo una ópera. No te olvidés mi hermano, que ser joven no es monopolio de la juventud, cuando los músculos de la mente están bien firmes.

* Presidente del TEC-VIRTUAL