El rector sordo

El rector sordo

GILBERTO BERGMAN PADILLA

Iñigo Babot es un renombrado experto en e-Learning, ha escrito un excelente artículo en el que cuenta que recibió una consulta formal de una prestigiosa universidad española. El rector, en persona, quería conocer la operativa básica para introducir programas e-Learning en la oferta docente de su universidad.

El experto le explicó que la misión básica puede resumirse recordando una sola frase, del himno universitario Gaudeamus Igitur. La frase resume los dos elementos fundamentales de la docencia: Vivant Academia, Vivant Professores!

En efecto, la academia está indisolublemente ligada a los profesores. Sin unos, la otra no existe y no puede funcionar. Y, por supuesto, los alumnos no pueden aprender. Evidentemente, esto es igualmente cierto para el e-Learning: lo más importante para los estudiantes virtuales son unos buenos profesores, no una academia ultramoderna.

En síntesis, ¿qué le dijo Babot al señor rector? “Primero convenza usted a algunos profesores tradicionales para que le sirvan de abanderados y apóstoles del e-Learning”.

El rector repuso: “Me sorprende mucho lo que me dice. ¿Usted, que es un especialista en tecnologías, me habla de personas? Lo que importa es tener una buena plataforma y unos contenidos bien estructurados. Si se tiene eso, los profesores enseguida ven que el sistema funciona, que los estudiantes cada vez usan más las Nuevas Tecnologías.

Siento discrepar totalmente, le replicó. A sus docentes les costará muchísimo aceptar cambios y se encontrará, sobre todo, con problemas humanos. Ése, y no otro, será su cuello de botella. Lo técnico es más rápidamente solucionable. La resistencia de su claustro será su principal problema, créame”.

¿Qué piensa un profesor cuando le piden que complemente su actividad, con preparación y dinamización de programas e-Learning?, ¿qué dudas tiene?, éstas son algunas:

  1. — ¿Cuál será mi rol como docente en un programa de eLearning?; 2.— ¿Cómo se me reconocerán las horas de dedicación al dictado del curso?; 3.— ¿Cuáles serán mis derechos sobre los materiales que elabore? ; 4. — ¿Me reconocerán paga adicional por la elaboración de materiales?; 5. — ¿Cuánto tiempo me llevará la preparación de materiales?; 6.— ¿Qué me exigirán al preparar los materiales para el eLearning? ; 7. — ¿Cómo administraré mi tiempo como docente?; 8. — ¿Quién y cómo me capacitará para el uso de nuevas tecnologías?

Tras acabar de exponer éstas y otras cuestiones, el rector dijo: “Parece que presupone usted que nuestro claustro es poco profesional o que tiene un comportamiento negligente en su actividad docente. ¿Es así?”.

“¡En absoluto! —Le contestó. Me limito a explicarle lo que ocurrirá, sea cual sea la aptitud y la actitud general de sus profesores. Ya sé en qué universidad me encuentro y también sé que tiene un gran prestigio. Pero si no consigue entusiasmar con el proyecto a un grupo suficiente de profesores, el proyecto no va a funcionar.

A lo que el rector reaccionó: “Está equivocado. Muchos alumnos ya usan las nuevas tecnologías con regularidad. Si ponemos equipos informáticos suficientes en las aulas, si la plataforma elegida es sólida el e-Learning se introducirá con rapidez. Los alumnos se matricularán en programas virtuales y ello inducirá a los profesores a usar el soporte. Ya lo verá”.

“Lo siento, pero no lo comparto”, le dijo. El asunto no funciona así. Son los educadores los que convierten y dinamizan a los educandos, no al revés. Los profesores deben inducir a los discípulos a usar los foros, a entrar en debates virtuales, a usar las plataformas.

El rector cortó la reunión, le dio las gracias con frialdad y, evidentemente, no le hizo el menor caso.

El resultado, tras casi año y medio de esta conversación, ha sido desolador para esa universidad. Han gastado varios miles de euros en comprar licencias de software, en ampliar capacidad de máquinas y en producir contenidos. Han lanzado sólo 8 programas virtuales cortos, con sólo 121 estudiantes.

En resumen, aquel rector estaba sordo.

Otro día volvió a llamarlo. Aún no ha ido a verlo, pero dice que irá. No cree que sirva de mucho, porque le pedirá que le recomiende otra plataforma sobre la que construir los programas, pero sigue sin cuidar sus recursos humanos.

El autor es Presidente del Instituto Tecnológico de Estudios por Internet.