Día de San Sebastián.

Gilberto Bergman Padilla

Una de las fiestas patronales más bellas de Nicaragua es la celebración de San Sebastián en Diriamba el 20 de Enero. Los diriambinos le piden al Santo que le haga milagros y generalmente se los concede.

Mi amigo Rafael “el negro” Alvarado, se le acercó y le dijo: San Sebastián yo quiero que me concedas un milagro: cámbiame de color, haceme blanco, y te prometo hacerte una buena fiesta. San Sebastián le habló y le dijo: Rafael, tu petición será concedida.

La alegría de mi amigo era contagiante, se hizo Mayordomo y su mujer la Patrona. Hicieron tres enramadas, mataron varias reses, chanchos, chompipes, varios barriles de picadillo, guaro a rolete, perros “encuetados” (en la casa del mayordomo, todos los chavalos del pueblos llevaban perros, a estos se le ponía una albarda de juegos pirotécnicos y se soltaban en las procesiones. (Esto ahora se ha prohibido.) pero sobre todo la pólvora. Rafael viajo a Panamá y trajo por tierra, tiquitracas, cachinflines, cohetes, cargas cerradas para los ocho días de fiesta.

Al terminar la octava, Rafael fue a ver a San Sebastián y le dijo: Le hice la mejor fiesta en la historia de Diriamba, todo el mundo ha tenido que ver. La gente comió y bebió durante ocho días, los bailes estuvieron a todo meter, pero veo que usted me está fallando, pues yo sigo siendo negro.

San Sebastián lo miró tiernamente a los ojos y le dijo: Rafael, yo te he cumplido. Fijate, antes nadie te conocía, y ahora todo el mundo habla de vos. Te hice el milagro. Te convertí en “el blanco de la opinión pública”

A simple vista es una simple anécdota, pero hay algo curioso en ella. Algo “paranormal”.

Siendo Embajador de Nicaragua en Argentina visité la ciudad de Entre Ríos en compañía del Gobernador de dicha provincia. Fuimos a visitar la Catedral, ya que contenía valiosos cuadros de la Conquista y hermosas esculturas.

En la Nave Mayor me llamó la atención una hermosa estatua de San Sebastián. Le dije al Gobernador que yo era de Diriamba y que el patrono de mi pueblo era San Sebastián. A la salida fuimos almorzar una típica “parrillada” argentina, al terminar ordenamos el café, y para hacer la reunión más agradable, le relaté la simpática historia del milagro que San Sebastián le había hecho a mi amigo Rafael Alvarado.

Al día siguiente, llegué a las oficinas de la Embajada y como siempre lo primero que hice fue revisar los faxes que enviaba la Cancillería con las últimas noticias de Nicaragua a sus Misiones del Exterior.

De pronto el corazón me dio un salto cuando leí. “ayer a la una de la tarde, y mientras viajaba en compañía de su esposa, fue asaltado el empresario Rafael Alvarado, falleciendo ambos al instante, ya que fueron rafagueados inmisericordemente.”

El asesinato se cometió a las 1pm y yo le contaba al Gobernador la historia de mi amigo a la 4pm. La diferencia horaria entre Nicaragua y Argentina es de tres horas Es decir, que mientras yo relataba al Gobernador la anécdota en esos precisos instantes, en Managua, estaban asesinando a mi amigo. Que tal.