Darío y los Estados Unidos

Darío y los Estados Unidos

En Cantos de Vida y Esperanza, publicado en 1905, confiesa el poeta, “Si en estos cantos hay política, es porque parece universal. Y si encontráis versos a un presidente, es porque son un clamor continental. Mañana podremos ser yankees y es lo más probable”.

Dentro de este nuevo acercamiento a lo poético vinculado preocupaciones más inmediatas, asistiremos, naturalmente, a una fuerte crítica de la política imperialista de los Estados Unidos en América Latina y del peligro que hace correr a los pueblos latinos. En “A Roossevelt”, con un tono violento e imprecatorio, Rubén Darío denuncia el progreso material de los Estados Unidos, visto en términos de catástrofe:

¡Es con voz de la Biblia, o verso de Walt Whitman, que

habría que llegar hasta ti, Cazador! Primitivo y moderno,

sencillo y complicado con un algo de Washington y cuatro

de Nemrod!

Eres los Estados Unidos,

Eres el futuro invasor de la América ingenua

que tiene sangre indígena, que aún reza a

Jesucristo y aún habla español.

Eres soberbio y fuerte ejemplar de tu raza;

eres culto, eres hábil, te opones a Tolstoi.

Y domando cabal/es o asesinando tigres,

eres un Alejandro – Nabucodonosor.

Eres un profesor de energía,

como dicen los locos de hoy.

Crees que la Vida es incendio, que el progreso e

erupción;

en donde pones la bala el porvenir pones No.

Caliban.

Es el monstruo que personifica a la fuerza brutal obligado a obedecer a un poder superior, simbolizado por Ariel, pero siempre en rebeldía contra él. Darío escribe el triunfo de Caliban:

No, no puedo no quiero estar de parte de esos búfalos de dientes de plata. Son enemigos míos son los aborrecedores de la sangre Latina, son los Barbaros. Así se estremece hoy todo noble corazón, así protesta todo digno hombre que algo conserve de la leche de la Loba.

Y los he visto a esos yankees, en sus abrumadoras ciudades de hierro y piedra y las horas que entre ellos he vivido las he pasado con una vaga angustia. Parecíame sentir la opresión de una montaña, sentía respirar en un país de ciclopes, comedores de carne cruda, herreros bestiales habitadores de casas de mastodontes. Colorados, pesados, groseros, van por sus calles empujándose y rozándose animalmente, a la caza del dólar. El ideal de esos calibanes esta circunscrito a la bolsa y a la fábrica comen, calculan, beben whisky y hacen millones. Cantan ¡Home, Sweet home! Y su hogar es una cuenta corriente un banjo, un negro y una pipa. Enemigos de toda idealida son en un progreso apoplético, perpetuos espejos de aumento; pero su Emerson bien calificado esta como luna de Carlyle; su Whitman con sus versículos a hacha, es un profeta demócrata, al uso del Tío Sam; y su Poe, su gran Poe, pobre cisne borracho de pena y de alcohol, fue el mártir de su sueño en un país en donde jamás será comprendido.

En cuanto a Lanier, se salva de ser un poeta para pastores protestantes y para bucaneros y cowboys, por la gota latina que brilla en su nombre.

“Tenemos – dicen – todas las cosas más grandes del ¡Mundo!”. ¡En efecto, estamos allí’ en el país de Brobdingnag!: tienen el Niagara, el puente de Brooklyn, la estatua de la Libertad, los cubos de veinte pisos, el cañón de dinamita,  Vanderbilt, Gould, sus diarios y su patas. Nos miran, desde la torre de sus hombros, a los que no nos ingurgitamos de bites y no decimos all right, como a seres inferiores. Paris es el guignol de esos enormes niños salvajes. Alla van a divertirse y a dejar los Cheques; pues entre ellos, la alegría misma es dura y la hembra, aunque bellísima, de goma elástica.

Miman al inglés – but English you know? – Como el parvenu al caballero de distinción gentilicia.

Tienen templos para todos los dioses y no creen en ninguno; sus grandes hombres como no ser Edison, se llaman Lynch, Monroe, y ese Grant cuya figura podéis confrontar en Hugo, en El año terrible. En el arte, en la Ciencia, todo lo imitan y lo contrahacen, los estupendos gorilas colorados. Mas todas las rachas de los siglos no podrán pulir la enorme Bestia.

No, no puedo estar de parte de ellos, no puedo estar por el triunfo de Caliban.

Aliado a la voz de la Biblia, el verso de Walt Whitman aparece como exorcismo contra el mal que representa el utilitarismo de los Estados Unidos, encarnado por Roossevelt. La carga semántica negativa que contiene Las palabras “incendio , erupción”, “bala”, que connotan las ideas de fuego, de violencia, de guerra, y por lo tanto de destrucción y de muerte, no puede ser más fuerte, ni expresiva para hacerle resaltar e| sentido positivo del monosílabo “No”, como indestructible voluntad de resistencia…

La América del grande Moctezuma, del Inca,

la América fragante de Cristóbal Colon,

la América católica, la América española,

la América en que dijo el noble Cuatemoc

“Ya no estoy en un lecho de rosas”;

esa América que tiembla de huracanes

y que vive de Amor.

¡Tened cuidado [Vive la América española!

hay mil cachorros sueltos del León Español.

Se necesitaría, Roossevelt, ser por Dios mismo,

el riflero terrible y e/ fuerte Cazado,

para poder tenernos en vuestras férreas garras.

Y, pues contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!

Rubén Darío denuncia las amenazas de cataclismos que

se ciernen sobre nuestro mundo, simbolizado por ese “gran

vuelo de cuervos” que “mancha el azul celeste” con que

abre el poema “Canto de esperanza”, antes de agregar:

Verdugos de ideales afligieron la tierra

en un pozo se asombra la human/dad se encierra

con los rudos molosos del odio y de la guerra,

Frente a este mundo satánico no |e queda más que un

refugio: e| llamado a Dios hecho hombre en la figura de

Jesucristo, porque e| combate entre e| Bien y el Mal no es

un combate entre el hombre y la divinidad, sino entre los

hombres:

¡Oh Señor Jesucristo! porque tardas

qué esperas para tender tu mano de luz sobre /as fieras

y hacer brillar al sol tus divinas banderas!

Ven Señor, para hacer /a gloria de ti mismo

ven con temblor de estrellas y horror, de cataclismo

ven a traer amor y paz sobre el abismo!

La fe de Darío es también la fe en América Latina, sincretismo de las razas y culturas aborígenes y de la raza hispana, en el poema “Salutación del Optimista”, del que hoy estamos conmemorando sus noventa y ocho años.

ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda, espíritus fraternos, luminosas almas, ¡salve! y en la caja panderica de que tantas desgracias surgieron encontramos de súbito, talismánica, pura, riente, /a divina reina de luz, ¡la celeste Esperanza!

Siéntese sordos ímpetus en /as entrarías del mundo, la inminencia de algo fatal hoy conmueve la Tierra, fuertes colosos caen, se desbandan bicéfalas águilas, y algo se inicia come vasto social cataclismo sobre a/ faz del orbe.

Únanse, brillen, secúndense tantos vigores disperses; forman todos un solo haz de energía ecuménica sangre de Hispania fecunda, sólidas inclitas razas, muestren los dones pretéritos que fueron antaño su triunfo.

Y así’ sea esperanza la visión permanente en nosotros. ¡lnclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda!