Carlos Gardel: La leyenda

Carlos Gardel: La leyenda

Misterio. Es la primera palabra que se nos viene a la mente al recordar sus ojos caídos hacia las sienes, entrecerrados bajo el ala del sombrero que solo muestra a la luz, también misteriosa su sonrisa. Misterio también su nacimiento Francia el 11 de diciembre de 1890 o como el afirmaba e

11 de diciembre de 1887 en Uruguay.

 

Misterio su muerte, aunque no ignoremos lo de Colombia Misterio porque las variadas versiones sobre su nacimiento y muerte, así como cada hecho de su vida sus estudios sus amores -, lo colocan en otro plano que no es ni puede ser el de mera verdad.

 

El 24 de junio de 1935, en el aeropuerto colombiano de Medellín, moría un hombre, pero nacía al mismo tiempo, con perfiles sin parangón posible, un fenómeno inigualado de permanencia en el corazón de los públicos de casi todo el mundo. Nace el Mito, la Leyenda de Carlos Gardel.

 

Rubén Darío escribió que “además del cerdo y el cisne que nos han adjudicado ciertos filósofos, tenemos el ángel ¡tener ángel, Dios mío!”. La reflexión del creador de modernismo poético viene justa para reafirmar el duende invicto de Carlos Gardel, que 65 años después de su muerte física, sigue ganando la batalla del sentimiento popular, a la manera de un Cid contemporáneo en la magia renovada de los escenarios.

 

Fue el primer vanguardista del tango, sin duda alguna, e codificador del género al que dio un lenguaje propio y e reconocimiento de genuina canción popular, como antes junto a Razzano y otros compañeros de trinos y guitarreadas, había abierto surcos fecundos en el acento del criollismo.

 

Para algunos, es polémica definición un mito reafirmado al paso de las generaciones, aunque para la inmensa mayoría una realidad tangible y familiar. Tan cotidiana como entrañable que las cadencias y el embrujo de su voz confirman que hay un tango de Gardel para cada hora del día y de la noche y para cada estado de ánimo.

 

Tuvo una infancia dura y triste por la desprotección familiar. Se formó solo en los rigores de la vida, primero en las calles montevideanas y luego en Buenos Aires que, de algún modo, por permanencia, fue su “patria artística”.

 

Gardel es más que ídolo para los uruguayos: es un asunto de Estado. El 2 de mayo de 1996 el Senado de la República declaró, por la ley No. 16.742, al 24 de junio como “Día de Carlos Gardel” y fija a Tacuarembó como la sede permanente de los festejos. Esta ley fue aprobada por unanimidad y sin acuerdos políticos.

 

Carlos Gardel es el intérprete más difundido por la radio uruguaya. Solamente en “Radio Clarín” le dedican media hora todas las horas pares, con lo que solamente allí suma seis horas. En Uruguay los derechos de autor de Gardel son de dominio público y van a parar al Fondo Nacional de Música que ayuda a varias instituciones y artistas. En Argentina las regalías y los derechos de autor (que rigen hasta los 70 años) son cobradas por sus herederos, los familiares de Razzano.

 

En Buenos Aires también rinden tributo a Gardel, a quien naturalmente consideran como propio. El gobierno de la ciudad declaró la casa situada en Jean Jaurés 775 monumento histórico. Según informa La Nación del 3 de junio de 1997, allí vivió Gardel con su madre adoptiva desde 1921 hasta el 7 de noviembre de 1933, cuando se embarcó hacia Francia y posteriormente a Estados Unidos. Berta Gardés vivió allí hasta su muerte en 1942, y la casa fue heredada por su albacea Armando Delfino.

 

Fue visionario en su proyección europea y norteamericana Abrió caminos en el cine haciendo respetar las esencias y temáticas rioplatenses, se convirtió en el mimado de las noches doradas de París, cantó con el mismo señorío ante reyes y príncipes, en los salones elegantes y en los humildes en las salas de mayor renombre mundial y, gozosamente en la rueda de los viejos amigos, en los inolvidables “ranchos” montevideanos.

 

No existe figura artística en el mundo sobre la que tanto se haya escrito desde la tragedia aérea en Colombia. Sin embargo, más allá de los libros, los ensayos, el afán de los coleccionistas, los guiones cinematográficos y la constante reedición de sus discos, lo que fulgura con destellos propios es la magia de su voz y la forma en que supo proyectarse a los más importantes escenarios universales sin perder en modo alguno la impronta de sus orígenes.

 

Han transcurrido 65 años de su “tránsito hacia la inmortalidad” Pero para los amantes del tango, Gardel “cada día canta mejor” y en su trajinar mundano la leyenda de Carlos sigue todavía alegrando corazones, ya que el hechizo de su voz nos hace sentirnos inmortales y saber que nunca moriremos ¡porque somos tango!