EL CARGO DE CONFIANZA: La “espinita”
El 8 de enero del año 2014, mi hermana Nejama me citó a su oficina. Me dijo que ya no sería más el rector de la Universidad de Ciencias Comerciales y que prescindía de mis servicios. Me quede anonadado, no me imaginaba la razón, por lo que le pregunté por qué, simplemente me dijo que lo ella buscaba era un profesional que fuera un académico, y yo era más bien diplomático.
No me lo imaginaba. Creía que mi trabajo había sido bueno, pero aparentemente no lo era. No había llegado a mi oficina, cuando sobre mi escritorio estaba mi preaviso firmado por mi sobrino Carlitos Narváez, a continuación se presentó el abogado de la universidad en la que me pedía que firmara el acta de la Junta Directiva en la que me expulsaban de la Junta Directiva. De acuerdo al Acta constitutiva de la UCC aparecía como miembro fundador y fiscal de la Junta Directiva.
Me dieron un cheque de 30 mil dólares por prestaciones sociales y razonaron que el cargo de confianza, equivante a otros 30 mil dólares me seria pagado en los próximos días.
Una semana después me llamó mi hermana por teléfono y me dijo que debía de entregarle la oficina a fin de mes ya que la necesitaba para el futuro rector. No si ni me acuerdo bien, pero entramos a discutir, fruto de esa discusión, nos peleamos y me dijo que yo ya no era su hermano.
En venganza, por lo que le dije en la discusión, no me quiso pagar el cargo de confianza. Le mandé varios correos reclamando el pago y nunca me contestó, igual hice con el director de Recursos Humanos, que es mi sobrino pero nada. Llamé al abogado de la Universidad preguntándole la razón por la cual no me pagaban el Cargo de Confianza, y me dijo que lo que tenía que hacer era ir al Ministerio del Trabajo a reclamar. Esto jamás lo haría. Demandar a mi hermana en un juzgado, que horror, así que me olvidé del caso para mi tranquilidad.
Total que pasamos más de dos años sin hablarnos. Eso me molestaba, ella era mi hermana y siendo una persona de familia tenía metida una “espinita” y yo no encontraba la forma de cómo lograr reconciliarme.
Gracias a mi excuñado Edgard Gurdian, las cosas se arreglaron. Me llamó y me dijo que mi hermana Nejama la operaron y que estaba en cuidados intensivos en el Hospital Metropolitano, inmediatamente fui a verla. Entré a su cuarto, me miró y me dijo “que andas haciendo”, le dije que la estaba visitando para saber de su estado de salud. Me contó de su operación y después quedamos platicando como si nada, como dijo don Miguel de Unamuno, al regresar a su catedra en la Universidad de Salamanca, después de cinco años de ausencia…”como decíamos ayer” y continuo dictando su clases.
Todo lo anterior mi recuerda un caso muy interesante que me sucedió cuando era Embajador de Nicaragua en la República Argentina.
Mi asistente me comunicó que el Embajador de Israel acreditado en Buenos Aires solicitaba una audiencia conmigo con carácter de urgencia. Nos reunimos y me dijo: Señor Embajador, Israel tienen relaciones diplomáticas con toda América latina, a excepción de Cuba y Nicaragua. Con Cuba no nos interesa, pero con Nicaragua sí. Relaciones que habían sido rotas por el Gobierno sandinista en los años 80
Cuando doña Violeta asumió el poder en Nicaragua en el año de 1990, Israel fue invitado a participar en la ceremonia del nuevo gobierno y envió una delegación de alto nivel. Pero han pasado ya cuatro años y no obstante, gestionen ante el embajador de Nicaragua en Washington no ha pasado nada. No hemos podido restablecer relaciones diplomáticas. Acudimos ante usted porque sabemos la gran amistad que usted tiene con la presidente Chamorro, además que por su sangre corre sangre judía y estoy seguro que nos va ayudar. Para Israel, que en Nicaragua exista la democracia y no tener relaciones diplomáticas es una “espinita” muy molesta.
Llamé al Ingeniero Ernesto Leal, Ministro de Relaciones Exteriores y me dijo textualmente. Mirá Gilberto, no alborotes ese avispero. Nicaragua le debe a los israelitas más de 20 millones de dólares de armas que le dieron a Somoza y por ser deuda de gobierno nos toca pagarla.
Cité al Embajador de Israel a mi despacho, no le podía decir una mentira, así que de sopetón le dije que la razón por lo cual no teníamos relaciones diplomáticas era que si las reanudamos, ustedes nos van a exigir ese pago. El Embajador se sonrió y me dijo: Dígale a su gobierno que para el gobierno de Israel Nicaragua no le debe un solo centavo.
Llamé de nuevo a Managua dándoles las noticias, no estaba el Canciller en sus oficinas, pero a los pocos minutos me llamó muy contento, parece que para doña Violeta esa “espinita” también le molestaba. Me comunico que viajaba con doña Violeta en visita oficial a Buenos Aires dentro de un mes y que él quería platicar con el Embajador de Israel.
La llegada de doña Violeta a la República Argentina fue una sensación. Todos los medios periodísticos querían entrevistarla, prensa escrita, radio, televisión etc. El saludo del Cuerpo Diplomático a la presidenta Chamorro se efectuó en el gran salón de la Casa Rosada, sede del Gobierno Argentino.
En el estrado se encontraban Doña Violeta, el canciller nicaragüense Ing. Ernesto Leal, el presidente de la Argentina, Carlos Saúl Menem, el Canciller Argentino, Guido Di Tella y el suscrito
El Embajador camina sobre la alfombra roja, se acerca a estrechar la mano de doña Violeta, pero esta lo abraza y mirando a nuestro canciller le dice: Ernestó ya me le arreglaste a este muchacho lo que te dije”? y le estampa un beso en la mejilla.
El embajador de Israel se sonroja y medio nervioso saluda al resto. En la recepción que se dio a continuación me dijo que en su vida se iba a olvidar de ese abrazo y de ese beso que le dio esa maravillosa mujer.
Pocos días después, se anunció que las relaciones diplomáticas de Israel y Nicaragua se habían reanudado. Una tarde fría del mes de febrero de 1994, mi secretaria contesta el teléfono y la operadora le dice que el Primer Ministro de Israel Isaac Ravin quiere hablar con el Embajador Bergman. Tomo el teléfono medio nervioso y en una corta conversación me da las gracias por mis gestiones que condujeron a la reanudación de las relaciones diplomáticas entre Israel y Nicaragua. El hecho que haya vuelto a reanudar mis relaciones fraternales con mi hermana Nejama y haberme sacado esa “espinita” a un costo de 30 mil dólares y que Israel también se la sacara aunque le haya costado 20 millones, en realidad valió la pena.