Gilberto Bergman Padilla
Cuando usted compra un automóvil, que tiene muchos problemas que causan volver al concesionario para las reparaciones una y otra vez estando bajo garantía, usted tiene derecho a utilizar la “Ley Limón”.
Esto sucede en California. Es una ley muy sencilla. Al aplicar la “Ley Limón” le regresan su dinero, y usted devuelve el vehículo. O, en algunos casos, el fabricante le dará un nuevo vehículo para reemplazar el vehículo problemático.
Esta Ley que también funciona en la Florida (“Lemmon Law”) contempla los defectos o condiciones que afectan al uso, valor o seguridad de vehículo nuevos.
Claro está que estamos hablando de los Estados Unidos, un país del primer mundo, donde los consumidores están bien protegidos. Aquí es una sola charanga y nadie lo respeta a uno. Una vez me compré una faja de cuero, a la semana se “arrugó” hice el correspondiente reclamo, y lo que me dijeron fue que una vez salida de la tienda, la mercancía no tenía garantía.
Ahora estoy en un gran problema, pues no es lo mismo reclamar por una faja que por un carro del cual pagué 27,500 dólares, a una empresa llamada Autos de Importación.
Desde que lo compré mi mujer me decía: mira Gilberto, este carro se me apaga a cada rato. Se lo daba a mi chofer y este me decía, lo que pasa es que el clutch es “sensible”. Pero un día vino toda afligida y me dijo, por poco me mato, el carro se me apagó en media carretera.
Así que decidí manejarlo, Dios mío, que horror, casi me mato, al entrar a la iglesia de Monte Tabor hay una subida medio empinada, qué susto sufrí, se me apagó cuatro veces y casi choco al que venía atrás mío.
Hice el correspondiente reclamo, me dijeron que el carro había venido “fallado de fábrica”. Les hice el correspondiente reclamo formal explicándoles que el vehículo tenía vicios ocultos. Ni siquiera me contestaron. Mandaron a pedir las partes a Corea, tardaron casi dos meses en entregarme el carro y para contentarme me alquilaron un carrito de mala muerte.
El carro no ha cumplido los 5,000 kilómetros. He vuelto a que lo reparen. Entre la última reparación y la de ahora no han transcurrido ni 500 kilómetros y ahora le falló la “bomba de gasolina”.
Traté de hablar con don Charles, el gerente general, este me vio como gato, pues lo llamé cuatro veces y no me contestó. Llamé a la planta telefónica, me dijeron: “Don Charles está muy ocupado”. Todavía sigo como la novia de Tola, esperando que me llamen. Así que estoy listo y servido.
Regresé el 23 de diciembre para saber alguna noticia de mi caso. Pero don Charles andaba de vacaciones en El Salvador y regresa el 6 de enero. Volví ese día, brilla por su ausencia. Me dijeron que no me preocupara, que él tenía mi teléfono que me iba a llamar. Jamás lo ha hecho.
Qué es lo que pido. Simplemente, no que me devuelvan mi plata, sino que me den un nuevo vehículo para reemplazar el vehículo problemático. Es decir, que me apliquen la “La Ley Limón” como en todo país civilizado.
Claro aquí no tenemos la Ley Limón. Y ahora ¿quién podrá ayudarme? Nadie. Pero, si fuera venezolano, estaría feliz pues don Nicolás Maduro anda hecho una fiera protegiendo a los consumidores.
El autor es el Presidente del TEC-VIRTUAL.